La Historia no siempre es como la cuentan

Pones la tele y te tragas una peli de la Segunda Guerra Mundial y antes de que acabe ya sabes el final: llegan los americanos y les dan «p’al pelo» a los nazis. Son buenas pelis, la verdad son muy entretenidas. Pero la realidad no era tal como reflejan. ¿Os acordáis del dicho “la Historia la escriben los vencedores”? Pues es la verdad.

En todas estas películas, series de TV, cómics y todo tipo de literatura, fueron los americanos los que liberaron Europa del nazismo pero la realidad es que, si bien los Estados Unidos jugaron un papel importante en aquella contienda, no fue tan decisivo como nos cuentan.

Estados Unidos no entró en la guerra hasta que el 8 de diciembre de 1941, cuando declara la guerra al imperio japonés tras el ataque de Pearl Harbor. Japón era aliado de la Alemania nazi, pero no era Alemania. Además, por esas fechas las tropas del Tercer Reich se habían dado de bruces con el “general invierno” en Rusia.

Atacar a la Unión Soviética rompiendo el pacto de no agresión germano-soviético, fue uno de los grandes errores tácticos de Hitler, probablemente el error decisivo que acarrearía que, cuatro años más tarde, la bandera de la hoz y el martillo ondease en Berlín y con ese gesto se pusiera fin a la contienda en Europa.

No es cuestión aquí de minusvalorar el esfuerzo estadounidense en la liberación de Europa de los nazis, al contrario. El gobierno del presidente Roosevelt, además de enviar tropas y material bélico ha de esforzarse en convencer a la ciudadanía americana de la necesidad de inmiscuirse en lo que muchos consideraban asuntos internos de los europeos y contrarrestar la influencia de algunos destacados estadounidenses, caso de muchos industriales, que se habían manifestado partidarios del nacional-socialismo. Y no sólo empresarios, otros estadounidenses notables, caso del aviador Charles Lindbergh, héroe del “espíritu de San Luis” o incluso se dice del cineasta Walt Disney, aunque más tarde, con las tropas norteamericanas en los campos de batalla europeos, produciría películas como “Historia de un niño de Hitler” (aquí más cortos de animación propagandísticos), adaptación animada del libro “Educación para la muerte”, de claro carácter antinazi.

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Juan Antonio Sánchez Ávila

Sólo soy un licenciado en Historia con ganas de aprender, comunicar y compartir. En el Humilladero comparto mi opinión y mis reflexiones. Si quieres, las debatimos.

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